El ‘Man de los chorizos’: emprendimiento y perseverancia que rompe fronteras

Juan David y su padre transformaron un desafío en una oportunidad para impactar a la comunidad latina en París, con una propuesta culinaria muy exótica para ellos. Su ejemplo destaca la importancia del trabajo conjunto y la perseverancia en el camino del emprendimiento.

Juan David no se considera un líder, pero su esfuerzo ha inspirado a muchos. Su mensaje para los soñadores y emprendedores latinos es claro: “el emprendimiento no es para todos, pero para quienes deciden lanzarse, la clave está en la constancia y la dedicación. Hay que descubrir lo que nos gusta y hacerlo con responsabilidad”.

La historia del ‘Man de los chorizos’ nos recuerda que las adversidades pueden ser el punto de partida de grandes logros. Desde una pequeña cocina hasta un movimiento comunitario, Juan David es la muestra de que la perseverancia y el deseo de construir algo significativo trasciende.

La receta del éxito: trabajo, disciplina y comunidad.

En las calles de París, donde la diversidad cultural se respira a cada paso, un colombiano, Juan David Castillo logró crear algo más que un negocio: construyó una oportunidad no solo para él, sino para un puñado de personas y alrededor de ello, un real movimiento comunitario muy nacionalista. ‘El Man de los chorizos’, como se le conoce, es también el nombre que lleva la marca de su próspera industria, no solo vende uno de los productos típicos de la cocina colombiana y en especial, de la caldense, sino que se ha convertido en un símbolo de unión y resiliencia en la ciudad Luz.

Juan David, el emprendedor detrás de esta iniciativa, compartió con Express News cómo una situación personal emotiva y buscar una oportunidad laboral, lo llevaron a emprender un negocio inesperado junto a su padre, quien no conocía de alimentos y menos, de hacer y comercializar chorizos, pues lo suyo habían sido las ferreterías. Lo que comenzó como una manera de subsistir, terminó consolidándose en una empresa próspera, con identidad y muy muy colombiana.

Cabe decir que la aventura tomó fuerza desde el principio, pues este joven de 41 años, estudió inicialmente derecho. Sí, un abogado de derecho comercial, graduado, pero no consagrado, pues, aunque experimentó su carrera por un tiempo nunca fue lo ‘suyo’, no se sintió conectado o como él lo expresa: “no me hacía feliz”. Y es que, en esa búsqueda de la felicidad, huyendo de una ‘tusa’, es decir, de una desilusión de amor, llegó a París hace unos ocho años, para encontrar su camino, formar una familia francesa y unir a la diáspora colombiana que ha ido consolidándose y algunos emprendiendo también, a partir de esa conexión que Juan David ha propiciado.

En ese momento de inestabilidad, hace casi una década, Juan David viaja de su natal Manizales a Australia y pensando en lo que le gustaba y le llamaba la atención decide estudiar gastronomía, algo que se le daba y que obviamente, le motivaba, como nunca lo hizo el derecho. Después vuelve a Colombia y viajando llega a París, donde ya estaban sus padres y hermana, y es entonces, donde la magia hace lo suyo.

De la cocina familiar al corazón de París

Juan David llegó a la capital parisina para estudiar francés, ilusionado por descubrir una nueva ciudad y aprender un idioma. Sin embargo, el camino no fue fácil. “Trabajé como cocinero, pero las restricciones laborales para estudiantes me dejaron sin empleo. Fue entonces cuando decidí, junto a mi papá, empezar a hacer chorizos y venderlos a la comunidad de latinos en París”, relató.

La operación comenzó en el pequeño apartamento de sus padres, con una cocina diminuta como único recurso. Sin experiencia previa en la elaboración de chorizos, ambos, padre e hijo aprendieron juntos. La tradición culinaria que parecía ausente en la familia, floreció y con el tiempo se transformó en una pasión. “Lo que comenzó como un medio para pagar las deudas, se convirtió en algo mucho más grande”, agregó Juan David.

Inicialmente, los clientes eran principalmente colombianos, pero pronto el negocio se expandió. Personas de diversas nacionalidades comenzaron a interesarse por sus chorizos y la historia detrás de ellos. El ‘vos a vos’ y la autenticidad del producto impulsaron su éxito. “La calidad de los chorizos colombianos, junto con el sentido de comunidad que generamos, atrajo a personas de todas partes”, explicó.

La creación de una comunidad unida

Más allá del negocio, Juan David encontró una oportunidad única para conectarse a la comunidad colombiana, dispersa en París. “Algunos me dicen que, desde hace tiempo atrás, no se sentían como parte de algo; conectados con otros compatriotas que están haciendo cosas interesantes y con quienes pueden y han hecho ‘clic’ para otro tipo de emprendimientos o simplemente, para unirnos alrededor de ese sentido de colombianidad”.

Y es que Juan David, desde que inició su negocio haciendo, empacando, comercializando y entregando su producto, un dueño y empleado todo en uno, junto a su padre, se interesó por las historias de sus clientes y comenzó a construir una red de contactos que trascendía lo comercial.

Tiene una base de datos envidiable y cuando habla con sus clientes piensa a quién le puede interesar lo que ese colombiano hace o tiene, y se convierte en un asesor comercial y social nato. “Conocí personas de todos los orígenes y profesiones. Empecé a conectar a unos con otros, generando una red que hoy es la comunidad del ‘Man de los chorizos’”, expresó.

Este enfoque no solo atrae a los colombianos en Francia, sino que los ha inspirado para crear sus propios proyectos. Aunque reconoce que la comunidad latinoamericana allí sigue estando fragmentada, su trabajo ha logrado unir a muchos en torno a un sentido renovado de identidad y solidaridad. “Lo más bonito es ver cómo personas que llevan años aquí, pero nunca se han sentido conectadas, ahora lo están gracias a esta dinámica. Es más que vender chorizos; es construir algo juntos”, destacó. Ahora, ya tiene su propio restaurante donde obvio, su producto estrella son los chorizos, que se encuentran de diferente tipo y sabor y para todos los gustos, pero también se pueden encontrar exquisitas morcillas y muchos otros productos típicos. Su restaurante se llama Dicha con lo que encierra todo eso que vino a buscar ya hace casi una década atrás. Encontrar su felicidad, su esencia y su rumbo en la vida. Lo que, sin duda, ha logrado y lo mejor, está ayudando a que otros lo logren.

CRÉDITOS

William Pineda

Director 

Express News

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