Entre la pasión y la lucha por recursos
Por Gustavo Portugal

Perú ha ido cosechando grandes escaños dentro del cine latinoamericano e internacional. Cuenta con excepcionales talentos y locaciones de infarto gracias a su belleza natural y ecológica, pero, requiere mayor impulso y el acompañamiento de la industria y los estamentos culturales del país.
El cine peruano ha experimentado un crecimiento notable en las últimas dos décadas, con producciones que han trascendido fronteras y obtenido reconocimiento en festivales internacionales. Sin embargo, detrás de cada película realizada en el país hay una historia de esfuerzo, superación y, sobre todo, una lucha constante contra las dificultades estructurales que enfrenta la industria audiovisual en el Perú.
Uno de los principales obstáculos para los cineastas peruanos es la falta de financiamiento. Aunque el Ministerio de Cultura, a través de la DAFO (Dirección del Audiovisual y la Fonografía y los Nuevos Medios) ofrece fondos mediante concursos, estos son limitados y altamente competitivos. Además, la inversión privada en el cine es escasa, ya que muchas empresas no ven la producción cinematográfica como una oportunidad rentable.
En países con industrias cinematográficas consolidadas, el Estado juega un papel clave en la financiación de películas, ya sea mediante incentivos fiscales o fondos directos. En el Perú, este respaldo es aún insuficiente.

Distribución y acceso a salas de cine
Otro gran reto es la distribución. La mayoría de las salas de cine en el país están controladas por grandes cadenas que priorizan las películas de Hollywood, relegando a las producciones nacionales a horarios poco accesibles o a funciones limitadas. Esto impide que muchas películas peruanas lleguen a un público masivo, dificultando su rentabilidad y sostenibilidad.
Frente a esto, algunos directores han optado por circuitos alternativos, festivales o plataformas de streaming, pero la falta de un sistema robusto de exhibición sigue siendo un problema crítico.
Por otra parte, aunque el talento peruano es innegable, la formación académica en cine sigue siendo limitada. Existen pocas escuelas especializadas y muchas veces los cineastas deben salir del país para obtener educación de calidad en producción, dirección o guion. Además, la ausencia de una industria establecida hace que muchos profesionales tengan que combinar su labor en el cine con otros trabajos para poder subsistir.

El cine como herramienta de identidad y cambio social
A pesar de estos obstáculos, el cine peruano sigue creciendo, impulsado por la pasión y la resiliencia de sus creadores. Películas como La teta asustada, Wiñaypacha o Canción sin nombre han demostrado que, con esfuerzo y creatividad, es posible hacer cine de calidad y con impacto social.
Es fundamental que el Estado y el sector privado comprendan el valor del cine no solo como entretenimiento, sino como una herramienta de identidad cultural y desarrollo económico. El fortalecimiento de la industria cinematográfica peruana depende de una mayor inversión, mejores políticas públicas y una apuesta decidida por la profesionalización del sector.
El camino no es fácil, pero el cine peruano ha demostrado que, incluso con pocos recursos, puede contar historias que resuenan dentro y fuera del país.

Infraestructura y condiciones de rodaje
El Perú ofrece escenarios naturales impresionantes, desde la Amazonía hasta los Andes y la costa, lo que lo convierte en un país con un enorme potencial cinematográfico. Sin embargo, la infraestructura para rodajes sigue siendo deficiente. Las facilidades para obtener permisos de filmación pueden ser burocráticas y costosas, y en algunas regiones, la falta de equipo técnico disponible obliga a las producciones a importar material o contratar equipos extranjeros, encareciendo los costos de producción.