La incertidumbre se toma a los países y mercados económicos de Latinoamérica tras las decisiones arancelarias de EE. UU.

Al cierre de esta edición, Estados Unidos cambió su decisión y su presidente Donald Trump anunció que, durante los próximos 90 días, abrirá un espacio para negociar con los países con los que tienen negociaciones económicas para estos países durante este periodo de gracia, solo recibirán un 10 por ciento de alza arancelaria.
Al declarar una guerra comercial al resto del mundo, Donald Trump ha sembrado el pánico en los mercados financieros globales, ha aumentado el riesgo de recesión y ha roto las alianzas políticas y económicas que dieron a gran parte del mundo estabilidad para los negocios después de la Segunda Guerra Mundial.
La última ronda de aranceles de Trump entró en vigor en la medianoche de este miércoles 9 de abril, con tipos impositivos más altos a las importaciones de docenas de países y territorios. Sin embargo, en las últimas horas decidió reducir en un 10 % a los países que no hayan tomado represalias de orden económico y de otro nivel, pero subió el arancel a China al 125 %.
Los economistas están desconcertados al ver cómo el presidente de Estados Unidos intenta reformar el orden económico existente y hacerlo tan pronto después de heredar la economía más fuerte del mundo. Muchos de los socios comerciales a los que acusa de estafar a las empresas y trabajadores estadounidenses ya atravesaban problemas.

“Hay una profunda ironía en que Trump reclame un trato injusto a la economía estadounidense en un momento en que estaba creciendo de forma robusta, mientras que todas las demás economías importantes se habían estancado o estaban perdiendo impulso”, afirmó Eswar Prasad, profesor de política comercial en la Universidad de Cornell. “En una ironía aún mayor, es probable que los aranceles de Trump pongan fin a la notable racha de éxito de Estados Unidos y hagan colapsar la economía, el crecimiento del empleo y los mercados financieros”.
Trump y sus asesores comerciales insisten en que las reglas que rigen el comercio global sitúan a Estados Unidos en una clara desventaja. Pero los economistas más populares —cuyas opiniones son despreciadas por Trump y sus asesores— sostienen que el presidente tiene una idea distorsionada del comercio global y una obsesión especial con los déficits comerciales que, según ellos, no impiden el crecimiento.
La verdad, es que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump considera hoy por hoy, a los aranceles como una solución económica multiusos que protegerá a las industrias estadounidenses, por ello animará a las empresas a abrir fábricas en el país, recaudará fondos para el Tesoro de Estados Unidos y le dará influencia para doblegar a otras naciones a su voluntad, incluso en cuestiones que no tienen nada que ver con el comercio como el tráfico de drogas y la inmigración.

Trump y su ‘Día de la Liberación’
La Casa Blanca acusa a otros países de erigir barreras comerciales injustas para bloquear las exportaciones estadounidenses y de usar tácticas deshonestas para promover las suyas. Según Trump, sus aranceles son un ajuste de cuentas largamente esperado: Estados Unidos alega que es víctima de un asalto económico por parte de Europa, China, México, Japón e incluso Canadá.
Es cierto que algunos países cobran impuestos más altos a las importaciones que los que aplica Estados Unidos. Algunos manipulan sus monedas a la baja para garantizar que sus productos sean competitivos en precio en los mercados internacionales. Algunos gobiernos colman a sus industrias con subsidios para darles ventaja.
Pero Estados Unidos sigue siendo el segundo mayor exportador del mundo, después de China. En 2023, exportó 3,1 billones de dólares en bienes y servicios, muy por delante de Alemania, que ocupa el tercer lugar con dos billones de dólares.
El temor de que los remedios de Trump sean más letales que las enfermedades que intenta curar han hecho que los inversionistas huyan de las acciones estadounidenses. Desde que Trump anunció amplios aranceles a las importaciones el 2 de abril, el S&P 500 se ha desplomado un 12 %.
Trump y sus asesores señalan el desequilibrio de las balanzas comerciales de Estados Unidos —años y años de enormes déficits— como prueba de la perfidia de los extranjeros. Quiere restablecer la justicia y los millones de empleos perdidos en las fábricas estadounidenses gravando las importaciones con tasas que no se habían visto en el país desde la época en que los caballos y los carruajes circulaban por sus calles.
Pero Estados Unidos ya es la economía más rica del mundo. Y el Fondo Monetario Internacional pronosticó en enero que superaría a todas las demás economías avanzadas importantes este año.
“Nos han quitado gran parte de nuestra riqueza”, declaró el presidente la semana pasada en un acto celebrado en la Rosaleda de la Casa Blanca para anunciar los aranceles. “No vamos a permitir que eso suceda. Realmente podemos ser muy ricos. Podemos ser mucho más ricos que cualquier país”.
China e India han crecido más rápido que Estados Unidos en la última década, pero su nivel de vida no está cerca aún del estadounidense.
La industria manufacturera de Estados Unidos lleva décadas en declive. Existe un amplio consenso en que muchos fabricantes estadounidenses no pudieron competir con la llegada de importaciones baratas después de que China se uniera a la Organización Mundial del Comercio en 2001. Las fábricas cerraron, hubo despidos y las comunidades del interior del país se marchitaron.
Cuatro años después, se habían perdido casi tres millones de empleos en el sector, aunque los robots y otras formas de automatización probablemente contribuyeron al menos en la misma medida a la reducción de los puestos en las fábricas como el “shock de China”.

Los aranceles son el arma multiusos de Trump
Para revertir este largo declive, Trump ha desenvainado repetidamente los aranceles, que son su arma preferida. Desde que regresó a la Casa Blanca en enero, ha impuesto gravámenes del 25 % a los autos, el acero y el aluminio extranjeros. Ha gravado las importaciones chinas con aranceles del 20 %, además de los que ya le había aplicado en primer mandato, luego anunció el 34 y a pocas horas del cierre de esta edición de su periódico Express News UK había anunciado un arancel irracional del 104 %.
El 2 de abril, soltó su gran bomba: aranceles “básicos” del 10 % para casi todo el mundo incluidos la mayoría de los países de América Latina, entre ellos, Colombia, y aranceles “recíprocos” a todos los demás a los que el equipo de Trump ha identificado como malos actores, incluyendo el minúsculo Lesoto (un impuesto de importación del 50 %) y China (34 % antes de añadir gravámenes anteriores).
Trump considera los aranceles como una solución económica multiusos que protegerá a las industrias estadounidenses, animará a las empresas a abrir fábricas en el país, recaudará fondos para el Tesoro de Estados Unidos y le dará influencia para doblegar a otras naciones a su voluntad, incluso en cuestiones que no tienen nada que ver con el comercio como el tráfico de drogas y la inmigración.
El presidente ve también una prueba irrefutable: Estados Unidos ha comprado más a otros países de lo que les ha vendido cada año durante el último medio siglo. En 2024, el déficit comercial de Estados Unidos en bienes y servicios ascendió a la asombrosa cifra de 918.000 millones de dólares, la segunda cifra más alta registrada.
El asesor comercial de Trump, Peter Navarro, califica los déficits comerciales de Estados Unidos como “la suma de todas las trampas” de otros países. Sin embargo, los economistas sostienen que no son un signo de debilidad nacional. La economía estadounidense casi se ha cuadruplicado en tamaño, ajustada a la inflación, durante ese medio siglo de desajustes en las balanzas comerciales.
“No hay razón para pensar que un déficit comercial mayor significa un menor crecimiento”, dijo Maurice Obstfeld, execonomista jefe del FMI, investigador principal en el Instituto Peterson de Economía Internacional y economista en la Universidad de California, Berkeley. “De hecho, lo contrario está más cerca de la verdad en muchos países”. Un déficit comercial, agregó Obstfeld, no significa que una nación esté perdiendo a través del comercio o siendo “estafada”.

Impacto de los aranceles impuestos por EE. UU. a Latinoamérica
Estados Unidos ha impuesto recientemente aranceles del 10 % a varios países de Latinoamérica, incluyendo Colombia, Brasil, Argentina y Chile. Sin embargo, Nicaragua y Venezuela han recibido tarifas más altas, con 18 % y 15 % respectivamente. Estos son países a los que Washington atribuye falta de cooperación democrática y una manifiesta hostilidad hacia Estados Unidos.
Estas medidas forman parte de una estrategia de aranceles recíprocos anunciada por el presidente Donald Trump, quien argumentó que los países afectados ya aplicaban tarifas similares a productos estadounidenses.
En el caso de América Latina, la única excepción es Cuba, país al que no se aplicarán medidas debido a que no existe intercambio comercial alguno con la isla.
La imposición de estos aranceles afecta significativamente las exportaciones de la región, especialmente en sectores clave como el agrícola, energético y manufacturero. Colombia, por ejemplo, tiene una alta dependencia del comercio con EE. UU., siendo su principal socio comercial. En 2024, el país exportó bienes por 17 700 millones de dólares, con productos como petróleo, oro y café sin tostar. La medida podría impactar cerca del 30 % de las exportaciones colombianas.
Tras las decisiones de los últimos días, Latinoamérica reaccionó con cautela a la nueva tanda arancelaria de EE. UU., a la espera de conocer en detalle su impacto, mientras analiza estrategias para proteger sus mercados. Brasil, por su parte, aprobó este miércoles un proyecto de ley para adoptar represalias comerciales.
Sin embargo, el café, tercer producto brasileño en el mercado de EE. UU., con 1900 millones de dólares exportados en 2024, podría verse incluso beneficiado, ya que el arancel del 10 % impuesto al gigante suramericano es más ventajoso que el 46 % de un rival comercial como Vietnam.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, afirmó que el Gobierno estadounidense “cree ahora que subiendo aranceles a sus importaciones en general pueda aumentar su propia producción, riqueza y empleo”, que, en su opinión, puede ser “un gran error”.
La canciller de Colombia, Laura Sarabia, adelantó que el Gobierno de Petro analizará junto con el sector privado las medidas a tomar para proteger a la industria nacional. No obstante, Sarabia coincidió con la presidenta ejecutiva de la Cámara Colombo Americana, María Claudia Lacouture, quien afirmó que los productos de Colombia seguirán siendo competitivos en el mercado estadounidense a pesar de los aranceles del 10 %.

Agenda común en el Atlántico para enfrentar al gigante americano
Los gremios empresariales del Caribe concuerdan en que hay una oportunidad única para sumar mayor competitividad en el mercado frente a otros países. Para Colombia, la costa caribe colombiana, y el Atlántico, el arancel global del 10 % impuesto por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, puede convertirse en una oportunidad real para ser más competitivos en el mercado.
Aunque esta medida representa que las exportaciones de Colombia se encarecerán a este país, quien viene siendo su principal socio comercial, algunos líderes gremiales tienen claro que hay que aprovechar que, en esta escalada arancelaria a nivel mundial, el país la “sacó barata” comparada con otros países. Es más, se podría decir que la mayoría de los países de Latinoamérica, obtuvieron el mínimo de aranceles posibles impuestos por Estados Unidos.
Puso de presente que: “en el caso de la atracción de inversiones este arancel lo que hace de alguna forma es fortalecer un poco nuestra competitividad en seguir trabajando en estas empresas que quieren seguir vendiendo al mercado de Estados Unidos, pero con la cercanía, con la mano de obra y la logística que tenemos, entonces puede ser una buena oportunidad para el país”, sostuvo Vicky Osorio, presidente de ProBarranquilla.
Los expertos indican que el movimiento comercial va a ser muy amplio y que va a tomar mucho tiempo que otras empresas lleguen a los Estados Unidos, y mientras tanto Colombia puede ofrecer unas ventajas reales que nos hacen competitivos para poder recibir inversión extranjera. Ahora, no creo que EE. UU. puede desarrollar todo internamente, por lo que definitivamente va a tener unos aliados que ayuden a complementar ese papel y ahí es donde entramos nosotros.
Mientras tanto, Sandra Carvajal, presidenta de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex) en el Caribe, explicó que la escalada arancelaria a nivel mundial va a generar oportunidades para nuevos productos de la región Caribe en el mercado de los Estados Unidos.
“En Latinoamérica vamos a estar en igualdad de condiciones para acceder al mercado de Estados Unidos frente a otros terceros que quedaron con aranceles más altos. Obviamente vamos a tener que hacer una reorganización de las cadenas de suministro, pero se generan nuevas oportunidades para productos que de pronto tengan excepciones como los medicamentos, algunas materias primas de industrias extractivos”, comentó.
La situación sigue evolucionando, y los países afectados deberán tomar decisiones estratégicas para minimizar el impacto de estos aranceles en sus economías y estar preparados fortaleciendo sus economías y anticipando a más medidas no solo del campo económico sino social y laboral.

Construir una agenda común
Según Manuel Fernández, presidente de la Cámara de Comercio de Barranquilla, cerca de 184 empresas en el departamento del Atlántico mantienen relaciones activas de comercio internacional con los Estados Unidos, lo que se traduce en 17 000 empleos directos que se ven impactados por los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump.
“Creemos que para estos momentos es clave diversificar mercados, fortalecer las capacidades exportadoras y construir una agenda común entre el sector empresarial, el sector público local y las entidades de promoción del comercio. Una de las tareas más relevantes que hay por delante es identificar productos que Colombia exporta y que también son ofrecidos por países asiáticos al mercado estadounidense, con el fin de detectar posibles ventajas competitivas derivadas del diferencial arancelario”, dijo.
Las pequeñas y medianas empresas también están empezando a reorganizarse para mirar otras opciones de mercado. Según Rosmery Quintero, presidenta de ACOPI Atlántico, hay que tener una estrategia de innovación e internalización como prioridad para capturar el mercado de otros países con aranceles más altos. “Para otros países va a ser más complejo seguir exportando a Estados Unidos, entonces tenemos que tener la determinación e integrarnos con grandes empresas para lograr exportaciones sostenibles y mirar también a otros mercados del gran Caribe”, aseguró.

Conclusiones y posibles estrategias económicas
Los aranceles impuestos por EE. UU. representan un desafío para Latinoamérica, pero también una oportunidad para fortalecer la autonomía económica de la región. Algunas estrategias que podrían implementarse incluyen:
• Reforzar la integración regional: a través de acuerdos comerciales entre países latinoamericanos para fortalecer el comercio interno.
• Incentivar la producción nacional: reduciendo la dependencia de importaciones y promoviendo el desarrollo de industrias locales.
• Explorar nuevos mercados: aprovechando tratados comerciales con otras regiones como la Unión Europea y Asia.