¿Con la cabeza en la luna?
Por Sonia Acuña Vargas / Especial Express News
¿Le dicen seguido que tiene la cabeza en la luna? ¿Le tienen que repetir varias veces lo que le dicen? ¿En las conversaciones cambia de tema todo el tiempo, sin que haya un hilo conductor? ¿O le han dicho que es hiperactivo? Pues sepa que puede usted hacer parte del casi 3% (1) de la población adulta en tener un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
La definición más reconocida del TDAH a nivel internacional, es la de un trastorno del neurodesarrollo (aparición de los síntomas antes de la edad de 12 años), que afecta la talla y el funcionamiento de ciertas regiones del cerebro, está caracterizado por un conjunto de síntomas asociando tres dimensiones clínicas: inatención, impulsividad e hiperactividad.
Estudios más recientes evidencian, igualmente, una alteración de las funciones ejecutivas y de la capacidad de memoria de trabajo en estas personas. Esto quiere decir, que una persona que presenta un TDAH puede hallar dificultades al momento de adaptarse a una nueva situación, cuando tiene que seleccionar las informaciones pertinentes de las que no lo son, cuando es cuestión de planificar y organizar, pero también cuando debe manipular varias informaciones en un lapso de tiempo.
Las causas del origen del TDAH, como es el caso en numerosos trastornos, parece ser la combinación de predisposiciones genéticas y de factores ambientales. Sin embargo, hasta hoy en día, el conocimiento científico no permite tildar una causa exacta para explicar por qué ciertas personas desarrollan un TDAH.
Siendo cada cerebro diferente, la expresión del TDAH varía de igual manera de una persona a otra. Según los criterios del Manual diagnóstico y estadístico (DSM-5), de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (2), existen 3 tipos de TDAH:
- Un TDAH en la que predomina la falta de atención.
- Un TDAH en la que predomina la hiperactividad/ impulsividad.
- Un TDAH combinado.
Asimismo, es muy frecuente que una persona con TDAH, presente uno o más trastornos asociados (trastornos de ansiedad, de depresión, de aprendizaje, relacionados con sustancias y trastornos adictivos, del sueño).
De igual manera, es común que las personas en búsqueda de comprensión en cuanto a su funcionamiento y eventualmente en búsqueda de un diagnóstico concreto, se pierdan en el vagabundeo terapéutico. Por lo cual, es probable mantener un TDAH sin saberlo.
Tomando en cuenta la totalidad de estos aspectos, el camino hacia el diagnóstico de esta afección puede parecer trabajoso y más aún para los adultos. Este debe ser dirigido por un profesional de la salud sensible al TDAH, que disponga vastos conocimientos sobre el tema. Posteriormente, en ciertos casos, será necesario efectuar consultas especializadas afín de evaluar la severidad del trastorno (exámenes ortofónicos, neuropsicológicos, psicomotores, oftálmicos, del sueño).
Al precisar que este diagnóstico es realizado por un médico especializado (psiquiatra, psiquiatra infantil o neurólogo), razón por la cual, las evaluaciones suplementarias son indicadas de manera complementaria y son a discutir con el prescriptor, ya que estos no constituyen por sí solo un diagnóstico del TDAH.
Artículo escrito por Sonia Acuña Vargas, psicóloga cognitiva, y publicado el 20 de mayo de 2021 en la última edición de nuestro periódico Express News.
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