De qué hablaron los líderes de América Latina en la asamblea de la ONU

De manera especial esta 77ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas se vio como un encuentro de evaluación, toma de medidas para atender las crisis y cambios radicales de acción mediática y a largo plazo, para controlar grandes problemas de la humanidad en curso.

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La sede de ello fue Nueva York, que del 20 al 26 de septiembre estuvo bajo una alerta de seguridad máxima, pues albergó a más de 157 jefes de Estado y representantes de gobiernos que se pronunciaron sobre cuestiones relativas y profundas sobre una serie de temas como la guerra en Ucrania, el cambio climático y la economía mundial, con una mirada no solo local en cada caso, sino global y un sentido de conciencia frente al planeta.

Cabe decir que la cita en la ONU tuvo algunas ausencias de los presidentes de Rusia, Vladimir Putin; China, Xi Xinping; el cubano Miguel Díaz-Canel, el costarricense Rodrigo Cháves, el venezolano Nicolás Maduro, el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el nicaragüense Daniel Ortega. También, los dignatarios sostuvieron agendas paralelas con reuniones bilaterales entre mandatarios y ministros para abordar aspectos que les competen a sus países.

Un capítulo especial para la problemática latinoamericana

Los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo expusieron sus prioridades y preocupaciones y reforzaron el llamado del secretario General, António Guterres -el noveno en la historia de la ONU- de unirse para superar desafíos globales e interconectados a través de la solidaridad y el multilateralismo.

Ese llamado tiene tareas puntuales para las naciones latinoa- LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA PRESENTE mericanas y una de las células más importantes del órgano mundial, que coordina las acciones en el tema de la agricultura, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) tuvo un papel protagónico con dirección a los países del cono, al exponer cuatro líneas primordiales de trabajo para transformar los sistemas agroalimentarios haciéndolos más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles.

Al reconocer que América Latina es una potencia agrícola y, que pese a ello, ha sufrido un gran aumento del hambre en los últimos años, pone de manifiesto la necesidad de actuar como lo expuso QU Dongyu, director General de la FAO, al decir que ninguna región del mundo se vio más afectada por la pandemia del covid-19 que América Latina y el Caribe, donde las economías se redujeron dos veces más que el promedio mundial, aumentando la pobreza a su nivel más alto desde 2006.

El empleo fue arrasado y 65,6 millones de personas pasaron hambre, con casi cinco veces esa cifra, o más del 40 % de la población, enfrentándose a una inseguridad alimentaria moderada o severa, según datos de esa agencia de la ONU. La guerra en Ucrania ha impactado a todas las naciones del globo incluso a Latinoamérica, en especial a la región que es importadora neta de trigo, maíz y aceites vegetales, todos los cuales han estado sujetos a las crisis de precios en el último año.

Es tal el momento, que pese a exportar alimentos su movimiento está en peligro debido al aumento del costo de los fertilizantes, que podría afectar la producción y al rendimiento de los alimentos básicos. Sobre este tema en particular, se señalaron cuatro áreas prioritarias que necesitan una acción acelerada:

  • Proporcionar apoyo inmediato a las personas vulnerables a través de los sistemas de protección social, especialmente en las zonas rurales y entre los grupos vulnerables.
  • Impulsar la producción agrícola garantizando que los agricultores familiares tengan un acceso asequible a semillas y fertilizantes, capital de trabajo y asistencia técnica, y vínculos con los mercados.
  • Facilitar el comercio de productos e insumos agrícolas para evitar más interrupciones en la producción de alimentos.
  • Invertir en una agricultura resistente al clima para afrontar y revertir los efectos de la crisis climática.

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Por su parte, el Banco de Desarrollo de América Latina, integrado por 18 países de la región, así como por España, Portugal y 13 bancos privados latinoamericanos, está en proceso de ampliación de capital por valor de 7.000 millones de dólares para ampliar sus actividades de promoción del desarrollo sostenible y la integración regional en una serie de sectores.

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